RESEÑA

POEMARIO BELIGERANTE

RESEÑA LITERARIA


Título: Poemario Beligerante
Autor: José Luis Álvarez García- Rubio
Editorial: Círculo Rojo.
Colección. Poesía
Páginas: 78 páginas
Primera Edición Noviembre 2016 España
ISBN978-849140-719-5

Poemario Beligerante es el relato cronológico de un desamor, de menos a más, desde el invierno más oscuro hasta mayor calidez, paralelo a lo cual transcurre una transformación del sujeto lírico: el yo no es el mismo al principio que al final del relato.

Y a lo lejos tú.
Tú más borroso, más tenue,
Casi tú, dirías
Con una vestimenta impropia,
Un gesto ya ajeno,
Al menos a través del espejo.

El autor echa mano del espejo, como se ve en este poema, para su anagnórisis (o reconocimiento del propio yo que sufrían los héroes al final de las tragedias clásicas), ya que narra su historia de reconstrucción personal a través del desdoblamiento del sujeto lírico. Esto es, un yo que dialoga consigo mismo en 2ª persona. Ese yo lírico a lo largo del libro se describe, se pregunta, se recrimina y se ordena:

Y remueve, remueve de dentro a afuera (de INVIERNO 8)

Otras veces, dialoga con la amada:
Te abrazaré en tu sombra
Donde fundirnos rápido

siempre a través del binomio amor-muerte, que en forma lorquiana sería:

me miré en tus ojos
pero estabas muerta

El autor se sirve, como elemento comparativo del dolor, de objetos cotidianos, al modo de un Luis García Montero en la poesía de la experiencia.
Así, encontramos que el sujeto lírico proyecta su sufrimiento en las almohadas, la miel, la sartén. No vayas al bar que no te gusta -dirá- y mi preferido, seremos velcro otra vez.

Pero aparte de los objetos cotidianos, lo más catártico en el libro son los elementos de la naturaleza: oteros, nubes, charcos, vergeles… dibujan el estado de ánimo del yo. Especialmente es utilizada la agricultura para simbolizar el comienzo de su nueva vida:

A tientas encuentras(…) granos para la siembra


Pero no es una narración cualquiera. El autor nos la cuenta haciendo gala del conocimiento de toda una tradición literaria.

Por ejemplo, el sufrimiento del yo lírico se vertebra a partir del tópico literario del morir de amor,en versos como

Querer morir así
no es común, normal
(…)
Sin necesidad de féretro alguno
Ni tan siquiera de flores electas
Una daga tan eficaz no yerra

O la recurrente herida de amor (o vulnus amoris):

Nada atraviesa tu armadura

herida que progresivamente irá dejando de causar dolor, como se ve en SIN TINO.

Las características propias de la lírica cancioneril no terminan ahí. Del amor como una guerra se deriva esta lucha cuerpo a cuerpo consigo mismo, con su dolor y su destino. El sujeto reta a su yo desdoblado a enfrentarse a su propio dolor y le increpa Que el diablo te encuentre en la calle
Invitándolo a cierto hedonismo, con una conciencia cada vez más palpable del paso del tiempo y una invitación a aprovecharlo.

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También la vida como un camino (iter vitae) es intermitente en el poemario, alegoría que explica esa transformación vital:

Pisadas que no miran atrás (TRÁNSITO)
Dispuesto a ampliar la zancada (INVIERNO FIN)
Raíles hacia vías vivas (INVIERNO 26)
Con el barro de los días en los tobillos (VIENTO SUR)

O todo el poema PASOS:
Y después continuar tus pasos
Amplios, limpios, sanos, seguros,
Marcando la huella solo en bancales
Que poder rellenar cada minuto

Para cuando los muros no aguanten
Estará tan llena la mochila
Y serán tan profundas las pisadas
Que amarás y amarás tu vida
Y, por último, constante es la referencia al amor como unión de contrarios. Como consecuencia, son múltiples las antítesis, oxímoros y paradojas en que incurre el autor:

alas de alabastro
el no pensar pensando
no sé dónde estás / sí dónde te encuentras (SALTA)
solo mueres /solo vives (de INTENSIDAD)

sentimientos contrarios que dan título al conjunto del libro, como si de una contienda se tratase (beligerante).

Como resultado del desamor, el sujeto lírico acaba, pues, destruido. A su alrededor, como en el Surrealismo, solo ve detritus, invierno, muerte y es un ser en proceso de reconstrucción:
Esparce las piezas rotas  (CARENCIAS)

Para ello José Luis se sirve del tópico del alma como una casa, de modo que el yo se muestra como una casa en reconstrucción. El libro será entonces, como dirán sus versos, la puesta de la primera piedra.

Emulando los del mismísimo Lorca:
Pero yo ya no soy yo
Ni mi casa es ya mi casa

Casa destruida y afuera todo un largo invierno: como en la tradición garcilasista, la naturaleza entera se condolece con el amado.

Y es que las estaciones del año son metáfora de sus estados de ánimo, como manifiestan los títulos de sus poemas:
INVIERNO- MENOS INVIERNO- INVIERNO PAR- INVIERNO FIN-
Que, además, siguiendo la estructura de diario, aparecen entonces fechados.  

No obstante, al final del relato, la transformación del yo es palpable. Por ejemplo, en el cromatismo: todo lo que le rodea evoluciona de la oscuridad (chapapote, noches, niebla…) a mayor luminosidad (se retira la niebla, las pupilas se retraen), llegando a  cambiar paisajes oscuros por amaneceres o decir hoy, hoy sonrío, casi como una Perséfone que vuelve del inframundo.  

En resumidas cuentas, el libro es catarsis para el autor, sacudida para el lector y acicate para el crítico.

Y la resiliencia de la se habla en Poemario beligerante me cuadra a la perfección. La capacidad de multiplicarte, de entregarte, de encandilar…

Le vemos en el libro. Vemos a alguien que se ha encarado a sus demonios y se ha descubierto a sí mismo.

Inmaculada Hernández Durán.
Licenciada en Filología Hispánica 
Profesora de Lengua y Literatura

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